viernes, 30 de junio de 2017

COROCORAS

COROCORAS

Hay en la lejanía,
Hatos ganaderos, e inmensos morichales
Verdes llanos, y variados esteros
Delicias del llanero.

Corocoras de colores:
Rojas, blancas y azul cielo
Se acomodan en bandadas,
En todos los bebederos.

Plataneras  y cocoteros,
Araucarias y limoneros,
Adornando majestuosos,
Los bellísimo senderos.

Los ríos refrescando,
Los pies cansados... del viajero,
¡Ah! Precioso llano...
¡Tu inmensidad... llega hasta el cielo!

Corocoras y jilgueros,
Adornan este suelo...
De los llanos colombianos,
Donde el sol... nace primero.

Cuando estoy lejos de ti,
Siento que mi vida se apaga,
Me doblega la tristeza,
Se me encoge el alma.

¡Hay! Llanos de mi Colombia,
que buena suerte la mía,
recorrer tus campos verdes
reír bajo tu brisa.

Autora: Lila Manrique


domingo, 28 de agosto de 2016

Con Dios... y con la Virgen.

Una maniobra del patrón en la espadilla echó la canoa a la mitad del río, y comenzamos a avanzar río abajo acariciados por la brisa. Pocos momentos después empezó el boga a encarecer la conveniencia de no emprender nunca un viaje sin implorar a Dios y la Virgen.
“Ellos siempre están prestos a acompañar al cristiano y saltan a bordo cuando uno los nombra, en su compañía todo marcha bien yo nunca los he visto, pero he sentido su presencia en el instante de peligro, cuando el tronco invisible entre dos aguas adelanta su golpe traicionero, o cuando un caimán atrevido, que los hay a veces, sigue de cerca a la canoa para atacar de sorpresa, o cuando la culebra macaurel que permanece adormilada en los guamales se lanza entre los pasajeros sembrando el pánico.
Por el contrario, prosiguió enfático estableciendo el contraste, cuando se les deja en tierra no se anda una pulgada sin que el viajero esté expuesto a los peores peligros. De pronto, como ha sucedido muchas veces, se le hace un roto inexplicable a la canoa, que empieza a hacer agua y a hundirse sin dar tiempo para nada. Otras se vara de golpe en la mitad del río, sin que haya banco alguno de arena, o comienza a dar vueltas como si la hubiera atrapado un remolino. Si no es que a los que van adentro les sucede alguna desgracia, como la que le sucedió a Pedro Gómez y su mujer.
Cuentan que cuando Pedro le preguntó con quién iba, ella le respondió que si Dios quería acompañarlos, saltara a bordo por su propia voluntad, pues ella no lo llamaba.
Llegaron al lugar donde estaban cortando la madera y ya en la nochecita María resolvió bañarse. Al acostarse, como tenía el pelo húmedo, lo echó fuera del mosquitero para que se le secara con la brisa. A media noche llegó un tigre y oliendo carne humana, la sacó de la hamaca y se la llevó por la sabana. La mujer gritaba en la oscuridad de la noche, pero el hombre, víctima de un miedo inexplicable, se metió en la canoa y se tiró para la orilla opuesta.
El relato quedó en suspenso por unos momentos. Meditaba en la fe sencilla de estos bongueros, que de manera tan directa ejemplarizaban sus creencias religiosas. Dios es imprescindible, concluí, especialmente en vidas como éstas, abocadas sin cesar al peligro.
Alentado en sus creencias, en las cuales se emparentaba la fe religiosa con la leyenda, el marinero que había permanecido silencioso, rompió su mutismo, lanzó al agua un negro escupitazo de chimó, y maniobrando de nuevo el canalete, comenzó a narrar el episodio del Caño Santa Clara; cuando un tal “Gavilán”, a quien apodaban así por ser un ladrón empedernido, se robó una canoa para llevar a un caserío unos víveres que de igual suerte había adquirido en un hato vecino.
Gavilán acababa de entrar a la curiara cuando entre la oscuridad de la noche vio a un hombre alto que le dijo con voz bronca, saltando dentro de la embarcación: “Gavilán, me voy contigo”.
A Gavilán no le gustó la cosa, porque un acompañante desconocido sobre todo cuando se viaja por un río solitario en la tiniebla nocturna, tiene que ser muy incómodo. Sin objetar, por el temor al desconocido, Gavilán accedió a llevarlo.
Más le valdría no haberlo hecho, por que el desconocido, que era el mismísimo diablo; al llegar la canoa cerca de un remolino, comenzó a girar como un trompo, tan vertiginosamente que su cuerpo como que se gasificó, soltando una humareda azul. Lleno de terror, gavilán pronunció un Ave María Purísima, que hizo que, siendo las doce de la noche, clareara inmediatamente el día. Esto le devolvió la tranquilidad al navegante y lo aleccionó de tal manera que a partir de esa fecha Gavilán dejó de ser ladrón.


Tomado del libro:
De la tradición y el mito a la literatura llanera. Tercera edición: corregida y ampliada
Autor: Temis Perea Pedroza.

Amanecer Llanero.

Llanura amorosa, diosa del misterio, concubina del silencio, el sol te baña en luz cuando amanece el día y en la hora del crepúsculo deposita su amoroso ósculo de colores en el verde esmeralda de tus sabanas, para confundirse en la quietud augusta de la noche, vigilada desde el infinito, por la luna de la esperanza celosa.
¡Qué tiene de cierto una supuesta leyenda mitológica, que cuenta que un día muy remoto un ascendiente de la gran familia Chibcha se enamoró de una bella princesa de su raza y que el gran jefe indio oponiéndose a tales amoríos, ordenó la captura del enamorado mancebo para darle muerte, y evitar en esa forma que una doncella de la realeza uniera su sangre, con un ser a quien ellos consideraban inferior, y por ello indigno de poseer a una descendiente de dioses!
Responde con tu silencio, ¡oh dios de las llanuras!, si es cierto que al igual que en las viejas leyendas escandinavas, el poder era heredado de los poseedores del gran dios ‘fuego’ considerado junto con el sol, el aire y el agua, el generador de la vida y dispensador de todo aquello que existe bajo la bóveda azul del firmamento.
Di, ¡oh llanura!, pebetero de la libertad, si es verdad que antes de producirse dicho romance, no existían tus sabanas y en su lugar había un desierto de arenas calcinadas por un sol canicular, y que cuando la egregia familiar del gran guerrero Nonpamin huyó de su pueblo, fue perseguida obligada a remontar la gran cordillera oriental, y que a su paso la enamorada pareja fue obsequiada por el dios de las alturas con una gigantesca esmeralda, que ellos con mucha dificultad pudieron transportar, y que tras varios días de lucha y sufrimiento en la búsqueda de un rincón en donde se les permitiera disfrutar de su amor, llegaron a la cima de una montaña y contemplaron a los pies de esta un desierto de arenas.
Tú, amorosa sabana, novia de los ríos, fuiste testigo de que la núbil beldad, al contemplar tan desolador espectáculo, le pidió a su amado que le arrebatara la vida, y que este en su desesperación lanzó al abismo la preciosa gema regalo de los dioses, y que al rodar, provocó una explosión de luces multicolores que en gigantescos espirales se elevaban al infinito, y que al caer sobre el desierto, se iban cubriendo sus arenas con un manto verde, dándole vida a las sabanas, mientras que a los pies de la pareja se abría una senda llena de flores de perfumado olor.
¡Decid!, oh, amante de la luz y la poesía, sí es verdad que al diluirse la esmeralda, aparecieron los ríos que como cintas plateadas perdían en las nacientes llanuras, mientras a uno y otro lado de sus riberas se insinuaban esbeltas las palmeras, y a su lado como centinelas surgían árboles de todas las especies, mientras el cielo se cubría de colores con el plumaje de las aves y un concierto de trinos saludaba la creación del más bello paraíso de la tierra.
Pamoare, nombre heredado de la princesa de sus reales antepasados, no entregó su virginal belleza a su amado Casanari, hasta tanto no se cumpliera con el blanqueo, vieja costumbre de su pueblo, de llegar al matrimonio libre de pecado y capaz de ser el tronco de una gran familia. Conscientes de ello, tomados de la mano emprendieron el descenso y sus plantas hora daron por primera vez la tierra que más tarde sería la cuna de la libertad. 
(...) 
Decid, ¡oh dios libérrimo de las sabanas!, si es verdad que los descendientes de la real pareja se salvaron junto con algunas especies animales, por haber ascendido a la cordillera, y por ello pudieron contemplar desde allí lo que parecía ser el fin de la llanura, y estos les contaron a sus hijos y estos a los suyos, que de pronto se licuó todo cuanto existía en la Pampa y se convirtió en un inmenso mar de un líquido espeso y negro semejante al aceite de la palma de Seje, y que después de un rugido monstruoso se abrió la tierra, y absorbió esa masa líquida que empezaba a cubrir las grandes montañas, y luego se estremeció la tierra, y las cordilleras en el lejano occidente caían en pedazos. Que de pronto explotaron los lechos de los esteros, las lagunas y los ríos que se habían conservado incólumes cubiertos por el verde esmeralda, y sus arenas volaron al infinito cubriéndose el espacio de un verde esplendente, y a medida que iban cayendo sobre el renegrido suelo, volvían a tomar vida las llanuras, y el espacio se llenó con la voz de la gran Pamoare, quien amorosa les decía a sus hijos que esa muerte momentánea de su paraíso y el mar de Seje que guardarían desde ese día las tierras del Llano en sus entrañas, serían en el mañana la redención de su pueblo, pero que antes de suceder esto, sus descendientes serían maltratados y esclavizados y despojados por gente de otras tierras venidas de más allá de una gran laguna, que vendrían montados a horcajadas sobre gigantescos monstruos, que ellos les arrebatarían sus dioses, y le traerían a cambio otro, pero los reducirían a la esclavitud, y que sin ninguna consideración destruirían su cultura y todos los recursos animales y vegetales que sus dioses habían creado para ellos, y que sus hijos vagarían por muchas generaciones trashumantes, hasta el día en que su sangre confundida con la de los intrusos, lograran crear de una amalgama al gran dominador de las sabanas, y que ese día sus dioses y sus hijos sacudirían el yugo de la injusticia y harían que las riquezas del suelo y sus entrañas llegaran para el beneficio de todos por igual.

*** Tomado de CUENTOS, MITOS Y LEYENDAS DEL LLANO Getulio Vargas Barón  http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/folclor/cuentos/amane.htm***

sábado, 20 de agosto de 2016

El Mito del Rompellanos

Muy arraigada en Arauca (capital), es la devoción a Eduardo Fernández, más conocido como “Rompellanos”.
Natural de Casanare, posiblemente de la población de Hato Corozal, hombre alto, delgado, cabello castaño y lacio, ojos claros y brillantes. Antiguo guerrillero de la época de los años 50, formó parte de las conocidas guerrillas liberales de los llanos. Hizo la revolución al lado de Guadalupe Salcedo, grupo éste que operaba en las regiones de Arauca y Casanare.
Quienes lo conocieron, coinciden en afirmar que era un hombre noble y generoso; así lo expresó el señor Román Cisneros: “A Eduardo le nacía luchar incansablemente por los pobres, robaba a los ricos para ayudar a los marginados”.
Su inconformidad lo condujo a la “revolución” y, finalmente, a abandonar el territorio por temor a perder su vida.
Cuando se presentó la primera amnistía, el 13 de Junio de 1953, en el gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla, Eduardo Fernández se acogió al decreto en la población de Tame.
El 19 de Septiembre de 1953, llegó a la población de Arauca; según las personas que lo conocieron, bebió mucho durante tres días.
El día 22 de Septiembre, lo vieron tomando con dos detectives del SIR. (Servicio Secreto), actual D.A.S. en la - tienda de don Belarmino Paredes, opuesta a la casa de don Román.
Entrada la noche, fue asesinado, según los testigos, por uno de los detectives, de nombre Alberto García.
Al día siguiente, después de recibir todo el aguacero de la noche, que según las creencias le purificó el alma, se hizo el levantamiento. Nadie reclamó su cadáver y fue enterrado, sin urna, en el cementerio local.
Años más tarde se hizo presente una señora, que dijo ser la esposa de Rompellano, pero un nutrido grupo de habitantes de Arauca impidieron que sus restos fueran exhumados.
Desde el día de su muerte, Rompellanos se convirtió en el benefactor de los necesitados que acuden, en romería, implorando sus milagros.
En su memoria, hay una canción llanera, con ritmo de ‘pajarillo”, cuyo compositor e intérprete es el conocido cantautor araucano Juan Farfán, en la cual éste añora los tiempos pasados pidiendo rescatar lo perdido, en especial, las costumbres de otrora, que identifican al llanero.
En la segunda parte de la canción rememora a Rompellanos haciendo un elogio de las virtudes, que aún recuerdan los araucanos raizales.


Ánima de Rompellanos

Autor: Juan Farfán.
Aaay!
Maestro arpista uste’ que toca
tan bueno y con tanto tino
un golpe de pajarillo
por qué usted no me acompaña
Acompáñeme maestro
con el sabor y el estilo
es un favor que le pido
a ver si puedo cantar
llano de tantas leyendas
que me dio el cajón de Arauca
llano tan grande y querido
que ni pa’ qué se las digo
como la de Florentino. Y otras tantas que sabemos orita que mi memoria
Voy a decirle a mi pueblo
va recorriendo caminos calsetas y mastrantales chaparrales y espinos.
Y volvemos a pensar
lo que siento, lo que escribo a ver si de esa manera abren los cinco sentidos
Porque el llanero de hoy día
de rescatar lo perdido el llano que es de nosotros y lo tenemos en descuido
Segunda parte
no aprecia ni lo de él mismo.
Aaaahh!...
A malaya quien pudiera
regresar lo que se ha ido
así como hace un amor
cuando es bien correspondido
se ausenta por unos días y vuelve de nuevo al nido
donde se crió “Cantaclaro”
así pudieran volver aquellos tiempos antiguos el hombre de verso fino
fue guerrillero en unos tiempos
“Rompellanos”, otro llanero nombrado y reconocido pero olvidó ese camino
a traición sus enemigos
después fue un hombre de bien Compañero y buen amigo y fue cuando lo mataron Cuando murió Rompellanos
ese hombre después de muerto
lloraron hasta los niños el mundo se encerró en lluvia hubo truenos seguidos se convirtió en un ídolo todo el mundo lo visita
si tú me haces un milagro
con amor y con cariño por lo bueno y bondadoso que es con el campesino ánima de rompellanos que tiene tanto dominio a conforme te lo pido
bien arsionado el estribo
te mando a hacer una estatua en puro mármol del fino en pleno centro de Arauca sobre un caballo amarillo tu sombrero a medio palo media soga en el borren
y que mi llano sea el mismo.
y en la cintura un cuchillo un letrero clarito que entiendan hasta los niños
con tal que vuelva la paz

Tomado del libro:
De la tradición y el mito a la literatura llanera. Tercera edición: corregida y ampliada
Autor: Temis Perea Pedroza

viernes, 19 de agosto de 2016

¡QUE VIVA EL LLANO!

Este Blog está dirigido a quienes quieren conocer algo del inmenso llano, se exponen ciertos mitos, leyendas, cuentos, poemas y algo de Historia.

A todos quienes gustan deleitarse con la lectura, acá la podrán encontrar, en donde cada línea leída es un pequeño recorrido de esta gran sabana.  


Espero lo disfruten, y recuerden...



                 El que bebe agua en tapara, y se casa en tierra     ajena               
No sabe si el agua es clara, o si la mujer es buena.